Ejercer como terapeuta no es sencillo. Es un trabajo difícil, a veces duro y muchas veces solitario. Es vital, tanto para terapeutas noveles como para los experimentados, revisar mediante una supervisión profesional, los casos que les toca acompañar, para aclarar dudas y ver de qué otras formas pueden intervenir. El espacio de supervisión ya sea individual o grupal es una herramienta útil y muy necesaria que incrementa el bagaje técnico, que ayuda a mejorar la calidad de las intervenciones terapéuticas y es un soporte que aporta seguridad al terapeuta.
Beneficios de la supervisión para profesionales
Incrementa el bagaje técnico del terapeuta; en las sesiones de supervisión se amplía la conceptualización de los casos y los terapeutas supervisados ensayan diferentes intervenciones técnicas. Así también, en muchos casos la supervisora modela intervenciones que abren distintas posibilidades de abordaje en cada caso.
Sirve de soporte en casos difíciles; conducir un espacio terapéutico de pareja o de familia requiere además de la preparación especializada, acompañamiento para revisar y procesar algunas sesiones o algunos casos que pueden ser más complejos que otros.
Aporta seguridad al terapeuta con respecto a su desempeño y dirección en el espacio terapéutico. La supervisora recrea las situaciones que le dificultan al terapeuta supervisado para revisarlas de forma muy respetuosa para luego ver nuevas posibilidades de intervención.
Ayuda a que el terapeuta se sienta acompañado, dirigir un proceso terapéutico supone una gran responsabilidad y cuando el terapeuta se siente acompañado en este proceso puede desempeñarse con mayor eficiencia.